Que tema que es el concepto de “creación” para la mente humana. Especialmente en estas épocas en las que el gran mandato parece ser que tenés que crear algo y trascender a tu pobre individualidad. ¿Ya creaste algo hoy? ¿Ya escribiste la nueva novela del siglo? ¿Ya editaste ese video que te va a hacer viral?.
En estos últimos meses llegué a entender mejor todo lo que implica “crear contenido” de verdad. Porque escribir es una cosa, que requiere solamente cierto tiempo y probablemente algo de elegancia. Por ejemplo, me senté a escribir este correo a las 17:38 de un sábado. Ya sé en mi cabeza que seguramente en media hora tenga unas 800 palabras y esté listo para corregirlo. Ni idea si eso es poco o mucho tiempo, pero sé que el proceso es así, relativamente lineal.
Pero crear contenido, especialmente contenido audiovisual, es muchísimo más difícil que eso. Implica toda una serie de habilidades, práctica y conocimiento que solo puede darte la prueba y error. Cualquiera que entre a mi cuenta de Instagram va a ver un experimento a cielo abierto que tiene por lo menos tres años y que fue variando entre distintos estilos, formatos y nichos. Recién en las últimas semanas creo haber encontrado una línea de contenido en la que me siento cómodo.
Esta semana lanzaron una nueva versión de inteligencia artificial, especialmente creada para hacer videos con mucho detalle. Y a primera vista los resultados parecen tremendos, con tan solo poner algo como “perros jugando bajo la nieve” la maquina te tira un video de exactamente eso. La pregunta aparece simple y sencilla: ¿Una máquina puede hacer en instantes lo que un boludo como yo tarda años en aprender?.
La respuesta corta, por supuesto, es si. La respuesta larga probablemente deba incluir otra pregunta: ¿Es lo mismo? ¿De verdad es lo mismo?.
Vuelvo a ver el video de los perritos jugando en la nieve. ¿Qué me dice esa imagen? ¿Me hace sentir algo? ¿Me dan ganas de compartirla con alguien más? ¿Me dan ganas de guardarla en algún lado para volver a verla después cuando esté triste o nostálgico? ¿Le estaría prestando tanta atención si no fuera por el detalle de que es toda artificial?.
Hoy mismo estuve totalmente embelesado con otro video sobre figuras caninas. Este chico que vive en una familia que cría lobos. Todos los videos de su cuenta me fascinan, no solo porque muestra a los bichos sino también por la historia que relata sobre cómo los lobos son criaturas de manadas. En un par de meses, seguramente ya no recuerde en absoluto el video IA de los perritos jugando en la nieve, pero cuando alguien me hable de lobos probablemente me acuerde del chico de TikTok.
¿Cuál es la diferencia entre ambos contenidos? Pues, humanidad. Ni más ni menos que humanidad.
Parece haber una tendencia de opinión absolutamente convencida de que los humanos ya no tenemos mucho que ofrecer en términos de producción. Que todo lo que nosotros hacemos puede ser reemplazado por máquinas que trabajan mejor y de forma más eficiente. Que incluso nuestras historias y relatos van a ser consumidos por esas máquinas y que en poco tiempo no vamos a saber si una película la hizo un humano o la hizo una IA. Que montón de boludeces.
Sobre esto mismo escribió Nick Cave hace algunos meses, cuando alguien le mandó una canción escrita con ChatGPT y Nick respondió con posiblemente el mejor texto anti inteligencia artificial: “las canciones nacen del sufrimiento, de la compleja lucha interna de la humanidad por la creación. Y, hasta donde se, los algoritmos no sienten, los datos no sufren. ChatGPT no tiene ser interior, no ha tenido que sufrir nunca, no ha tenido que soportar nada, no ha tenido nunca la audacia de ir más allá de sus limitaciones.”
La experiencia humana es irremplazable en todos los aspectos que tengan que ver con la creación. Le podes pedir a un robot que te haga una escena de alguien con el corazón roto y probablemente te tire a alguien llorando en una cama. Pero ese robot no puede imaginar las infinitas complejidades de lo que es tener el corazón roto, de sentir que toda tu alma se quebró en mil pedazos y que nadie te va a volver a amar. Un robot nunca podría escribir All Too Well.
Creo que el gran dilema de toda esta cuestión son las historias. Un chico llorando en la cama es un fragmento de una historia que por sí solo es incapaz de transmitir cualquier cosa, pero que inserto en una historia más grande toma sentido. Igual que los videos de perritos bajo la nieve. Si los mismos hubiesen estado acompañados de una voz en off que diga algo como “encontré a estos perritos abandonados y decidí adoptarlos” probablemente el video tendría otro sentido.
Pero los robots no pueden imaginar historias. Porque el acto de crear historias parte de la infinita complejidad humana como bien dice Nick. Es un arte que la humanidad está perfeccionando hace miles de años alrededor de fogatas en cavernas oscuras y en pergaminos y páginas hechas con seda, paja de arroz o cáñamo. La capacidad de imaginar, contar y transmitir historias fue probablemente la gran diferencia evolutiva para nuestra especie, porque en el interior de esas historias está también el conocimiento necesario para sobrevivir en un mundo hostil. Aprendemos contando y escuchando historias.
Y todo eso es algo que una máquina no puede hacer. No importa que un algoritmo tenga más capacidad de procesamiento que el cerebro humano estándar y por ende pueda aprender cosas más rápido. No es una cuestión temporal ni de sofisticación, es probablemente sólo una cuestión de almas. Nada que no tenga un alma puede imaginarse una historia.
Y sin historias el contenido generado artificialmente no es más que un montón de líneas de código condenadas a perderse en el infinito.