Tu Nostalgia No Es Mi Futuro.
En Argentina tenemos una auténtica epidemia de nostalgia. Afecta a una población vulnerable bastante específica: personas de entre 45 y 60 años que forman parte de la elite política, económica y cultural. Hay una cepa bastante heavy del virus que afecta particularmente a quienes se auto perciben progresistas.
Los síntomas son reconocibles. Frases como “antes este país era mejor”, “se acabaron los tiempos de soñar”, “las mejores épocas quedaron atrás”, entre otras. Resulta curioso que la mayor parte de los pacientes evita a toda costa mostrar el síntoma que terminaría de delatar su condición; ninguno dice “EN MI ÉPOCA ERA DISTINTO, PIBE”.
La nostalgia en su cepa más agresiva es esencialmente un síntoma de una condición más peligrosa: la frustración. No sentís tristeza por lo que dejaste atrás sino que estás enojado por todo lo que no pudiste construir. Y como el enojo es la madre del resentimiento, lo que sigue después es intentar implantar esa frustración en otros. Evitar que otros florezcan ahí donde vos no pudiste, porque eso sería la frutilla en el postre de todos tus fracasos.
Es triste ver a una generación algo anulada por su incapacidad de gestionar futuros mejores. Pero la pregunta que deberíamos hacernos los que venimos después es si vamos a dejar que nos implanten esa nostalgia y nos frustren a nosotros tambien o si vamos a apostar a construir nuestros propios sueños e imperios.
En lo que respecta a mi dimensión más personal, yo no tengo ningún interés en hacerme cargo del fracaso de otros ni mucho menos dejar que el filtro vintage de la nostalgia en la que viven pinte del mismo color las imágenes de mi futuro.