Si pudiera inventar una palabra sería una que describa la sensación de estar transitando un season finale. ¿Alguna vez te topaste con esa emoción en particular?. Yo la suelo vincular con un par de recuerdos bastante concretos, como estar en Córdoba los primeros días de diciembre tomando cerveza en las colinas de ciudad universitaria, con el semestre de la facu ya atrás y las calles de la ciudad totalmente tomadas por el calor del verano.
Dicho así, tiene sentido que diciembre se sienta siempre como un final de temporada, pero el de este año tiene condimentos especiales. No es un final de temporada cualquiera. Si tuviera que compararlo con alguna serie, diría que es como el final de temporada post boda roja en Game of Thrones. Con toda esa sensación de bronca y tristeza en el aire. Un season finale donde los malos ganaron y todo es impotencia.
Le escribo a mis amigos para preguntarles cómo están. La respuesta es casi siempre una combinación entre resignación y desesperanza, combinada con todo tipo de problemas personales que van desde alquileres que se vuelve imposible renovar a puestos de trabajo que peligran. Todo parece haberse roto en un lapso de 15 días.
También me ha tocado hablar con otros. Con gente que ahora está contenta o incluso esperanzada a pesar de que tienen que lidiar con esos mismos problemas personales que empiezan a brotar del suelo. Aunque lo intente, lo cierto es que no puedo enojarme con ellos. A mi también me gustaría encontrar algo de alegría en todo esto. Lo que siento es envidia, no bronca.
¿Qué es lo que hace la gente cuando siente que todo está saliendo mal? Supongo que se refugia en las pequeñas cosas que en algún momento le dieron felicidad. Hace tres semanas vi a Taylor Swift después de manijear con eso durante años y ahora me doy cuenta que nunca escribí al respecto. Tampoco subí demasiadas fotos y videos a ninguna de mis redes.
Los últimos días pasaron casi como en piloto automático. Con el noticiero y twitter abiertos permanentemente, buscando enterarme de la más mínima noticia o la más insignificante novedad, cualquier cosa que me de alguna pequeña ventaja para poder sobrevivir. Es un vicio de rosquero universitario que sabe que cualquier dato random te puede salvar las papas en la más tensa de las reuniones.
En los finales de temporada de Game of Thrones, en el penúltimo episodio pasaban las cosas grosas y traumáticas como la muerte de Ned Stark o la ya mencionada boda roja mientras que en el último episodio era todo rosca. El rearmado necesario de los escenarios después de un evento canónico que alteró todas las líneas temporales. Creo que es precisamente ese el momento de la historia que estamos transitando.
El ajedrez se rearma y te preguntas en que parte del tablero te va a tocar estar ahora. Si vas a ser peón o vas a tener alguna posición más digna, o si en realidad ya te quedaste afuera de todo pero todavía no te enteraste. ¿Cómo sobrevivir cuando ni siquiera sabes qué números te tocaron en la quiniela?.
Supongo que día a día. Es al menos lo único que me salió decirle a muchas de las personas con las que estuve hablando: “hay que tirar día a día, hasta que todo se acomode”. Me gustaría poder decirles algo más, poder conjugar con mis palabras alguna pieza de sabiduría más profunda que esa, pero nunca fui bueno para esas cosas. Y mucho menos cuando la realidad es que esas palabras son exactamente lo que yo estoy aplicando en mi propia vida, vivir en el minuto a minuto mientras el resumen de la tarjeta y las expensas me respiran en la nuca. Tirar la mayor cantidad posible de problemas debajo de la alfombra y rezar para que no se me salgan de las manos.
¿Se puede soñar cuando vivís en el día a día? Esa pregunta me estuvo dando vueltas por la cabeza. Mientras todo esto pasaba pude dar algunos pasitos mínimos y pequeños para cumplir algunos sueños soldados. No solo pude ver a Taylor, también aprobé el último final que me quedaba pendiente en la facu y presenté mi proyecto de tesis. Me compré un lavavajillas antes de que todo aumentará monstruosamente. Cositas pequeñas que te sostienen, supongo.
Algun bobo en Twitter dice que las crisis son oportunidades, y que si ahora todo se desmorona es el momento ideal para flashear Napoleón Bonaparte. Y yo pienso que no tengo ganas de pensar cómo aprovechar esta crisis. Que lo único que quiero es poder pasar más de 48 hs ininterrumpidas sin pensar en los problemas que me esperan abajo de la alfombra. ¿No parece un sueño demasiado ambicioso? ¿O si?.
Hola.
Este es el primer correo después de bastante tiempo. Te extrañe bastante. Extrañaba también escribir, algo que en general no pude hacer en estas últimas semanas. Ya me venía costando bastante sostener este espacio antes de que empezara la season finale y una vez que empezó se me volvió directamente imposible. Por suerte estoy logrando hacer que las cosas vuelvan a sus carriles.
Pero como estamos atravesando la season finale tengo que decirte que no tengo pensado hacer grandes cosas durante el verano. Puntualmente hay solo dos cosas que quiero mantener: volver a los correos semanales y ver si logro hacer un stream semanal en Twitch. Como para hacernos algo de compañía. Quizás vuelva a publicar algunos videitos en Instagram.
Eso no quiere decir que vaya a abandonar este proyecto, de hecho tengo miles de ideas que me gustaría ejecutar el año que viene. Pero por ahora, esperemos a ver como se reacomoda el tablero de ajedrez.
Un aviso parroquial: creé el canal de Whatsapp de Los Nenes No Lloran. Con el voy a reemplazar el viejo canal de telegram que era medio difícil de usar para muchos. En el canal seguramente esté compartiendo algunas cositas más íntimas que las que suelo publicar en todos lados. También seguramente haga spam de mis obsesiones habituales. En fin, si te sumas al canal me harías muy feliz.
Y ya que estás generoso, también podrías suscribirte al canal de Twitch. Que si todo sale bien lo voy a reactivar pronto.
Nos leemos el domingo que viene.