Hace unos días un amigo con el que no hablaba hace años me escribió por Instagram. Me mandó uno de esos reels virales que tienen una música de fondo y algún texto con el que es fácil identificarse. Decía algo así como “cuando pasaban tu tema favorito en el boliche”. Mi amigo escribió “cuantos recuerdos” en el mensaje que acompañaba el video. Creo que le conteste con un “same” y la interacción terminó ahí.
Él era parte de mi pequeño squad en Córdoba. Nuestra amistad consistía en salir a fiestas gay los fines de semana. Era solamente eso. Cuando me mudé a Buenos Aires y después empezó la pandemia dejamos de hablar. Creo que él volvió a su pueblo. Yo nunca más volví a salir de joda en Córdoba. Ni en ningún otro lugar.
Es curiosa la consciencia del paso del tiempo. Funciona de forma médio descontextualizada. Un día te mandan un video viral y de repente aparecen todos esos recuerdos que capaz tenías medio olvidados. Y con ellos la certeza de algo peor: que ya no sos el mismo de antes.
Esta semana leí “Busco similar” de Nicolas Artusi. Una oda al levante gay de los 90 en Buenos Aires. Todo el libro está lleno de una nostalgia muy contagiosa: imágenes de antros gays en Buenos Aires, los cafés de calle Corrientes, los teatros, los códigos que se usaban para interpretar que alguien andaba “en la misma”. Recuerdos de una época anterior al matrimonio igualitario y el romance por apps.
Yo no viví las épocas de levante gay de los 90, pero me impresionó la familiaridad que sentí al leer el libro de Nicolas. Las formas y códigos son distintos, pero el trasfondo es similar. Mucha gente sin un lugar en el mundo, intentando reconocer a sus iguales y crear relaciones que le den algo de significado a la vida.
Una imagen en particular me pareció muy hermosa: el protagonista organizando juntadas en su monoambiente para ver el último video de Britney Spears. Me recordó a cuando con mi squad hacíamos algo similar con algún episodio de Rupaul antes de salir de joda.
Creo que la nostalgia de alguna forma también es una señal de disconformidad con la actualidad. Extrañamos al que éramos antes, porque nuestro yo actual no nos gusta. En la nostalgia capaz se oculta alguna forma misteriosa de la felicidad que nunca más supimos encontrar.
¿Somos felices por lo que hacemos o hacemos cosas para ser felices y nunca lo logramos?.
Después de responderle a mi amigo me puse a pensar en la facilidad con la que entramos y salimos de la vida de otra gente. En como una relación que capaz ocupaba un lugar central en nuestra existencia puede rápidamente desvanecerse en nuestra memoria, dejando solo como recuerdo un historial de chats de WhatsApp y fotos en Google que cada tanto te acosan con algún compilado que nunca pediste.
La gente se mueve. Hace nuevas amistades. Progresa o retrocede. Y un día te la cruzas en una red social o en un colectivo y parece como si nunca hubiera pasado nada. Como si eso que habían construido sólo hubiera estado dormido, esperando que lo despiertes.
Hace algunas semanas me crucé con otro amigo al que no veía hace años. Fue en un avión. Increíblemente estábamos sentados uno al lado del otro. “Es el destino” dijo él cuando me vió. Durante todo el vuelo nos pusimos al día y charlamos un montón de política. Igual que cuando los dos militaban en el mismo lugar. Como si nuestra charla fuese solo una extensión de las reuniones larguísimas que supimos tener en otra era.
Nos despedimos con un “hay que hacer un asado” y esas cosas que dice la gente y que nunca está claro si van a suceder o no. Cordialidades que ponen a dormir las amistades otra vez, a la espera de que las vuelvas a despertar.
A pesar de lo que dije antes, no creo que la nostalgia ocupe un lugar particularmente negativo en la vida de las personas. Creo que es más bien un mecanismo benigno, destinado a hacernos sentir un tipo muy especial de dolor que es generalmente precedido por la autocompasión. “Estás haciendo todo bien, no te cuestiones tanto”.
Y probablemente, sea también una forma de hacernos sentir que todas esas cosas por las que pasamos tienen algún tipo de significado especial que quizás ignoramos ahora mismo pero que seguramente tendrá sentido cuando algún viejo conocido nos escriba por Instagram o se siente al lado nuestro en un avión.
La nostalgia como reflejo del presente absoluto, vertiginosa, romántica y letal.
Me quedó esta frase “En como una relación que capaz ocupaba un lugar central en nuestra existencia puede rápidamente desvanecerse en nuestra memoria…
Uno se pone a pensar en esos momentos que vivió y la bien que lo pasó. Además, está esa combinación entre el dolor y el placer, dolor de que esos tiempos no volverán jamás y el placer, el buen recuerdo que sucedieron.