En el correo que escribí antes de las PASO dije una cosa muy grandilocuente: que la democracia argentina era la mejor democracia del mundo. Durante todo ese domingo el video que filmé con esa idea tuvo más de 100 mil reproducciones en Instagram. Pero la viralización se cortó abruptamente cuando empezaron a llegar los resultados de la elección. Me parece lógico, somos la mejor democracia hasta que las cosas no salen como nos gustaría.
Lo curioso de la democracia es que a veces no sale como nos gustaría y nos terminamos enfrentando al conflicto de aceptar que capaz la democracia solo nos gusta cuando la gente vota como nosotros queremos.
El día después de las PASO fui a un cafecito en Córdoba a trabajar Estaba fascinado de descubrir que la política lo había cubierto todo. Desde los mozos hasta todas las mesitas de gente que estaba desayunando, todos y cada uno estaban hablando del resultado de la elección, describiendo cómo se sentían y que esperaban para octubre. La misma escena se me repitió los días siguientes en infinidad de lugares: taxis, la cola del súper, salas de espera, etc.
“La política nos pasa por el cuerpo” dije en el correo prePASO y creo que es la descripción perfecta de todo esto. Debe haber pocos países en el mundo donde lo público tenga un lugar tan central en la vida de las personas.
En Estados Unidos las elecciones son un martes y aunque el mundo entero las discute, en las calles del “país más poderoso del mundo” es raro que se hable del tema. Los que votan son una minoría que oscila entre un estado de hiperinformación y el fanatismo irracional. En muchos otros países el voto es voluntario y la mayor parte de las poblaciones se siente alejada de los asuntos públicos.
Acá, en nuestro vecindario, son pocos los países que viven lo público con la misma pasión que nosotros. Posiblemente solo Brasil (y hasta ahí).
Algunos dicen que eso es parte del problema de nuestro país, que sería mejor si la política fuese una cosa alejada de la vida cotidiana de las personas, que el hecho de que sea algo tan presente es la prueba más vivida de que vivimos en una sociedad opresiva con exceso de injerencia estatal. Yo creo que un país donde las discusiones políticas están reservadas para pequeñas minorías es, en esencia, un país profundamente antidemocrático.
Esto otro, el ruido permanente de las discusiones, el mandato de “no se habla de política en la mesa” que termina siempre pero siempre siendo desobedecido, el deseo de encontrarse con otros, los que piensan igual y los que piensan distinto, el impulso de buscar las ideas de los demás, así sean completos extraños, y contrastarlas con las propias. Todo eso hace grande a una democracia.
Hace dos días salí del dentista todo anestesiado, tomé el primer taxi que encontré y luego de un par de cuadras de recorrida el taxista me preguntó cuál era mi opinión sobre lo que pasaba en Israel. No entendí nada. ¿Por qué me preguntaba eso a mi? ¿Me conocía de algún lado? ¿Será que a todos sus pasajeros los aborda con reflexiones de geopolítica?.
Balbuceé la respuesta más precaria que se me ocurrió y me quedé mirando la ventana totalmente enajenado, intentando hacerle saber con mi lenguaje corporal que no estaba para discutir medio oriente con la mitad de la boca dormida. Él igual se tomo los minutos de viaje para contarme que le preocupaba el antisemitismo del país.
Odie que me hiciera pensar en el conflicto Palestina-Israel mientras tenía la boca a la miseria, pero ame que se sintiera con el derecho de hacerlo. En otros países consideran una falta de respeto que un simple taxista te tire sus opiniones de política internacional. Aquí no, porque si hay una sola cosa que nunca lograron imponernos es la insumisión, esa idea ridícula de “aprende cuál es tu lugar y quédate en el molde”: Ojala nunca lo logren.
Todas estas semanas fueron de una ebullición política nunca antes vista. Un coro caótico de voces, opiniones y reclamos que se entrecruzan entre las calles y las redes sociales. Siempre deteste esa imagen romántica de la democracia vista como un foro griego de gente discutiendo en una plaza, pero si esa imagen fuese real, sería como lo que vivimos en Argentina estos días.
Señores de 90 años saliendo a la calle con una bicicleta y un parlante para reproducir canciones electorales, gente mandando jingles improvisados a un stream en las redes, personas anónimas pegando cartelitos en postes y en tachos de basura, y memes, muchísimos memes, cantidades absolutamente industriales de memes. La gente normal recordándole al sistema que la democracia son ellos y no los que forman parte de una lista o tienen sus caras impresas en un afiche.
Y si, ya se que es lo que me pueden decir: que nada de todo eso arregla el hecho de que nuestro país está hecho bosta. Tienen razón, ¿Qué quieren que les diga?. Pero la macroeconomía se arregla, el desorden estructural se acomoda, los problemas se resuelven. Pero construir una sociedad democrática tan movilizada, eso si que no se hace de la noche a la mañana. Eso sí que cuesta. Cuesta siglos de historia, de sufrimiento y de luchas. Consolidar una identidad nacional que no se calla ante nada y ante nadie es muchísimo más difícil que tener dos puntos de inflación anual.
Yo estoy convencido de que tarde o temprano será esa identidad la que resuelva nuestros problemas. De que vamos a superar todo lo que sufrimos gracias a eso que somos, y no de que para poder superarnos vamos a tener que superar también nuestra identidad, que es lo que muchos parecen querer decir cuando dicen que somos un país de m…
El día después del domingo 22 de octubre seguramente sea bastante complicado, seguramente se sienta como esos días imposibles donde parece que el mundo se termina. Los argentinos conocemos bastante de días como esos. Pero el país va a seguir existiendo, nosotros vamos a seguir existiendo, y lo que hoy nos parece un drama seguramente no lo sea en el futuro.
Porque esta, la mejor democracia del mundo, ya ha sobrevivido a cosas peores. Mira si no vamos a sobrevivir a esto también.
Lo lei recien el lunes y que bien que me hizo leerlo. Lo voy a compartir por todos lados porque es hermoso.
Necesitaba leer esto ❤️